Se me cae la cara
Se me cae la cara
se me cae desde bien alto
desde una cumbre de insultos
desde el silencio de mis abuelas
se me cae como cae un rosario colgado de un cuello
se me cae desde la cima de las ideas
se me cae desde tu lógica
se me cae como un mango del árbol
se me cae como un rayo.
Me deja un boquete como el que deja una porción de torta cortada
el hueco deja ver de qué estoy hecha
el hueco deja entrar el aire.
Se me cae la cara desde el cielo
desde tu -te amo como a nada-
se me cae desde el uniforme de colegio
desde el infierno se me cae.
En el espacio anverso va una parte de nosotras
se nos cae la cara como un ladrillo
o una roca contra un vidrio de una ventana.
Se me cae y al,mismo tiempo se deja ella caer
no logro ver su gesto pero siento que va riendo, que va orando
seguirá trayectos hacia todas partes.
Se me cae desde la vergüenza de usar las metáforas que tengo
las que pude, las que me dieron mis juegos, las novelas o Juan Gabriel
se nos viene cayendo la cara
desde -eres mala y bandolera-
desde -eres muy bonita pero mentirosa-
desde – quítate la máscara-
Toda esta lluvia de caras
imagino que tapizarán el suelo como granizo
y a quien le toque estar afuera o salir
¿Se horrorizará al caminar?
¿las cojera en sus manos?
¿hará un video en vivo?
Abonemos el suelo con esta lluvia de caras
maldecir sin culpas, escupir o lamer
todas las cosas maravillosas que se hacen con la boca.
I
Es decidir un día que no quieres más que te traten como mujer
Es volverse une negociante con la cultura, seleccionar cuándo sí y cuándo no explicar que no, no eres “mujer”.
Y sobre todo como decirlo
Es ensayar eternamente ese cómo, cada vez te satisface un poco más el resultado.
Negociar sabiendo que de todas formas tu voz y tu poder de elección cuentan con un mínimo peso en el vasto tejido colectivo.
Negociar sabiendo que tienes las de perder.
Es sentirte no viste, no escuchade, invisible para la mayoría.
Es enfrentarte con la posibilidad de enloquecer por ello.
II
Es decidir no enloquecer, sino ir en busca de la verdad en cualquier rincón escondido donde pueda estar. Y sí que los hay.
Es sentirte un poco especial por ser de las pocas personas que pueden verlos,
Sobre todo es sentirte sole.
Es descubrir que tu niñe siempre supo esa verdad, aunque te la negaran tu familia, el colegio, las sesiones con la psicóloga, el uniforme, tus pares, y todo el ámbito social.
Es descubrir que el placer ha sido desde el comienzo tu mejor aliade.
Es soñar en las noches infinitamente que estás de nuevo en el colegio y quieres graduarte y huir.
Es dividir tu vida en antes y después de encontrar tu nombre, aunque esa división sea ficticia.
III
Es perder tu cuerpo como si hubieses escapado de casa y murieras por volver pero no a esa casa, sino a una desconocida.
Es no entender si tu cuerpo está perdido o tú estás perdide de él.
Pero en todo caso escarbas en él para encontrar tu verdad.
Descubres que no existe tal verdad,
o si está ahí aún te faltan mil vallas más de dolor para alcanzarla.
El dolor de recibir amor en tu cuerpo, por ejemplo.
Sentir vergüenza por el cuerpo con que ofreces amar.
E igualmente desear con todo tu ser que alguien especial ame tu cuerpo como quiere ser amado.
Aunque tú misme lo hayas logrado.
Encontré el libro de Gloria E. Anzaldúa, “Luz en lo oscuro. Rewritting, identity, spirituality,
reality” en una librería en San Francisco. Estaba ubicado en la sección de estudios de
género. Me llamó la atención el título pues estaba en inglés y en español. Era un libro
usado, tenía algunos rayones y apuntes. Eso le dio, para mí, más valor, pues ya había
penetrado el pensamiento de alguien más, pero por alguna razón esa persona ya no lo
consideraba útil o no le encontró valor. Ahora sería útil para mi. Agarré cualquier página y
rápidamente percibí la perspectiva de género y el estilo en clave de autobiografía, con el
cual siempre me he sentido identificada.
Anzaldúa escribe sobre la creatividad, la feminidad, lo emocional, lo espiritual y lo político.
Como chicana, su identidad está marcada por las culturas y creencias hispánicas, mitos y
leyendas de las que es creyente. Por otra parte, Anzaldúa se posiciona en el llamado giro
decolonial, proponiendo teorías como “conciencia mestiza”, “pensamiento límite”.
Anlzadúa no sólo escribe sobre el marginal o subalterno, ella escribe desde su interior,
encarnándolo.
El libro se ha convertido en un reflejo, un espejo, que me ha motivado a retomar la
escritura. La bella escritura de la que estuve mucho tiempo enamorada, pero me paralicé
y dejé de escribir. Sobre esto hablo en otro texto.
Hay otro gran motor que me lleva a escribir: cambié temporalmente de país de residencia.
Estoy viviendo la bella primavera californiana en el condado de Castro Valley, en el área
de la bahía. Mientras yo vivo un renacimiento de un ciclo de la naturaleza, en Colombia se
vive la muerte. El estar lejos no hace que ello deje de afectarme. Siento ansiedad de
muchos tipos, entre ellas, el estar nueva en un país.
En el primer capítulo “Let us be the healing of the wound” Anzaldúa se refiere a la caída
de las torres gemelas, como un hecho traumático que afectó al colectivo. Fue una herida
que vivió como una herida personal. Para Anzaldúa, lo personal es también colectivo. Con
la caída de las torres y la caída de los cuerpos, “todos caímos”, escribe ella. Se refiere a
ese día como Coyolxauhqui, que significa la luna en nahualt.
El paro nacional también fue un hecho traumático y se convirtió en una herida colectiva.
En ese lapso de tiempo, todos los colombianos caímos. Aunque mi cuerpo no estuvo en el
país. Eso me pone en un límite. Anzaldúa habla también de los límites, de las fronteras, de
los bordes, como espacios que marcan su identidad. Por eso escribe entre inglés y
español, ella da nacimiento a una lengua propia. Como Anzaldúa, yo también me siento en
el borde, desbordada de sentimiento. Bordo para darle trazo a esas emociones, para
darles forma. Así voy delineando de nuevo mis límites.
A mi regreso he bordado fotos de mis recuerdos en California, con palabras que no dije o
que no quise decir. Ahora me desbordan. Se me cae la cara. Descorazonada es que estoy.
Hasta en el silencio hay ruido
Yo soy un naufragio que estalla y en tus ojos veo el reflejo de mis escombros.
El color de mi miedo es más parecido al verde de mis venas que otra cosa
El miedo
El miedo se siente como el vértigo en el último extremo de cualquier balcón alto
El miedo son mis ganas de saltar
¿Hasta qué piso alcanza la fragilidad de mi existencia?
Ser en eterno suplicio,
Extinguirse en segundos
En mi pecho lleno de ganas incesantes de vida hay un hueco que le pertenece a la inexistencia, ya hace cuna, ya tiene lugar.
Parecen eternos los segundos en que aguanto la respiración y aprieto mis párpados mojados
Todo en este lado del trópico sabe a euforia
Lamemos los suelos
Nos fumamos las flores
Nos bebemos la caña
El amarillo luminoso de la luz se torna naranja atardecer angustia de domingo azul a las seis
Las seis de la tarde son igual de deprimentes a las seis de la mañana
La diferencia es que a las seis de la mañana existe la embriagada esperanza de un comienzo, así sea el de la miseria cotidiana…
A las seis de la tarde tu vida está próxima a tener un día menos de existencia
Cada segundo soy más mortal
Me aferro a la infinidad que no existe en mi
Me aferro a la nada, a nada
Todo también es nada
Todo se acaba
La nada es inevitable
Mi ingenua certeza de infinitud se ahoga en unos ojos agonizantes
Un alma vagabunda
Delirante
Un trópico de suelos fértiles
Los suspiros también son de tierra fértil
Al final del día todes somos almas vagabundas
Mundanas
Tristes
Frágiles
Mortales
Buscamos calle
Busco
Buscamos pecado
Busco
La baldosa se azota hasta con melancolía
Titico-tico que ya no hay reloj
Y vos, sino tenés noción del tiempo… ¿Quién sos?
Disfruto del video y de la animación,
encuentro en el movimiento una forma de pensamiento,
una manera de vincular una imagen con otra,
una idea con otra,
un ritmo con el que conectamos.
Como si las ideas fueran rítmicas y nos afectaran con su movimiento,
con la danza de luces, sombras y colores en la pantalla.
Recuerdo las grandes instalaciones de Nam June Paik,
o las animaciones de Len Lye,
una forma de sentir el mundo con intensidad,
de bailarlo sin bailar.
Editar video es componer y bailar una canción al mismo tiempo.
La linterna mágica parece una locomotora a vapor,
de metal, robusta,
con chimenea para liberar el humo que sale de la fuente de luz en su interior.
En ella, una transparencia sucede a otra,
en un giro, una imagen se transforma en algo diferente.
Me gusta ir por la carretera, sentir el viento y la velocidad,
el paisaje que va pasando.
Cuando el carro va muy rápido todo se ve borroso.
Cuando gira el fenaquitoscopio y se mira directamente,
todo se ve borroso también.
Cuando era pequeña miraba por la ventanilla el paisaje para entretenerme,
veía con fascinación las cosas pasando.
No importa la belleza del paisaje.
En la edición de video digital,
la línea de tiempo se extiende infinita en la pantalla,
el tiempo está allí desplegado, estirado y visto todo a la vez,
tiene una espacialidad.
Se estira y se encoge, se puede hacer más lento, ocupar más espacio,
o se puede acelerar hasta hacerse diminuto, casi invisible.
Lo pequeño se puede hacer grande y lo grande pequeño.
No hay relaciones estables.
Nada tiene una única forma.
Lo único fijo es que entre dos fotogramas debe haber un límite,
uno es siempre uno, no puede ser medio, ni dos juntos, ni dos un cuarto.
Solo un fotograma.
Es importante que un cuadro no se mezcle con otro,
que no haya degradado,
que no traspase, no manche, ni invada.
Incluso cuando hay una transición,
uno tiene opacidad al 20%, otra opacidad al 22, al 24 y así…
cada uno es distinto.
Como en las series de Monet,
en un cuadro pinta La catedral en verano, en otro en otoño, y uno más en invierno.
El tiempo que se despliega en una película está hecho de la suma de los cuadros,
no es una cinta continua.
Es un tiempo que puede ser recortado.
Con tijeras, con cuchilla.
Cada parte se puede separar,
abrir espacios entre un fragmento y otro para insertar uno nuevo.
Lo que era antes, puede ser ahora o después.
Es posible eliminar porciones del tiempo ya registrado,
o no grabar parte de las acciones de la vida.
Georges Méliès hizo de esto un gran recurso,
la actriz está frente a la cámara, se detiene la grabación y cuando se reinicia, mágicamente aparece con alas.
Se suprimió la parte en que la producción pone las alas.
La magia está en el fragmento suprimido,
el movimiento ilusorio de la imagen está en lo que se escapa,
en ese instante mínimo en que nuestra percepción no alcanza a detectar que una imagen reemplazó a la otra y las encadena cómo si fueran continuas.
* Este texto busca mostrar cómo mi experiencia cotidiana y la vida profesional no son algo separado. Durante mucho tiempo he trabajado haciendo audiovisual y enseñando cómo hacer videos y animaciones; puedo pasar mucho tiempo frente a la pantalla, sin sentirlo como un trabajo duro o aburrido, una y otra vez me gusta sentir cómo mi cuerpo se conecta con las imágenes y cómo puedo pensar y expresarme a través de ellas, cómo me convierto en una niña que juega con infinitas posibilidades.