El retorno a Jaqué
El retorno a Jaqué
La primera vez que escuchamos sobre Jardines en balsas fue en el 2015 gracias a la artista y curadora Yolanda Chois y la bióloga etnobotánica Michelle Szejner quienes nos encomendaron contar por medio de un video animado lo que estaban ideando colectivamente, un proyecto interdisciplinar de intercambio y circulación de saberes en torno a la soberanía alimentaria, la siembra y la herbolaria tradicional en dos poblaciones panameñas unidas por el océano pacífico: San Miguel en el archipiélago de las perlas y Jaqué, pueblo limítrofe con colombia en la provincia de Darién. Esta fué la primera vez que nos juntamos para producir una narrativa, por lo que recordamos la ocasión como un chispazo que animó la consolidación lo que sería la Isla en Vela más adelante.
Desde ese momento nos cruzaríamos con este proyecto en distintas oportunidades, en 2017 por ejemplo iniciamos labores de ilustración de más de 100 especies de plantas que estaban incluidas en la investigación etnobotánica sobre especies comunes de Jaqué, y más tarde, entre 2020 y 2021 nos encargaríamos de optimizar la sistematización de dicho inventario botánico y de diseñar el libro que daría cierre al proyecto. Durante todos estos años hemos sido testigos de la trayectoria de un proyecto que ha reunido variedad de iniciativas y personas, que fue convirtiéndose también en un tejido de afectos que trascendió a su culminación.
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Con ayuda de muchas personas que apoyaron la preventa de la publicación, a quienes aprovechamos la ocasión para expresarles nuestro agradecimiento, así como a Yolanda y Michelle, en Febrero de este año volamos con las maletas llenas de libros desde Cali hasta Ciudad de Panamá, luego viajamos por tierra 6 horas y media desde Ciudad de Panamá hasta Metetí, media hora en bus de Metetí a Puerto Quimba, 5 horas en lancha desde Puerto Quimba, primero por río y luego bordeando la costa por el océano pacifico, hasta finalmente llegar a Jaqué, a su lugar de origen, comunidad en la que fueron entregados primero a cada familia de cultivadores que hicieron parte del proyecto, a instituciones educativas, puntos informáticos de la localidad, y luego a la comunidad por medio de un humilde pero significativo acto público que tuvo lugar en la cancha de basquetbol del pueblo.
Durante aquellos días en Jaqué nos maravillamos de experimentar lo que se desborda del libro, eso que no es posible de narrar en sus páginas pero que hace parte de la historia de este andar colectivo: una sabiduría sobre la tierra, las plantas y los ciclos, articulada a lo cotidiano, cuya existencia hace posible la vida de estas personas en este lugar, así como una red de afectos y solidaridad que irriga esa misma posibilidad de vida. Conocimos a Marjorie, hija de una sembradora, quien tenía alrededor de 9 años cuando su madre Maribel Salas se unió al proyecto de siembra en zoteas, fue interesándose por la conservación ambiental y haciéndose consciente de la riqueza natural de su territorio y ahora está formándose como bióloga marina, lo que la convertiría en la primera profesional en este campo oriunda de Jaqué. Vimos las zoteas de doña Aida en el patio trasero de su casa en el que ahora reverdecen tres especies nuevas que, según nos contó ella, sirven para curar el cáncer; visitamos el huerto, o mejor, el mini-laboratorio de soluciones agroecológicas que Francisco continúa cuidando alrededor de un antiguo bunker gringo que es su casa y en cuyo techo le entregamos el libro, conmovidos hasta la médula por su labor en la tierra y su emoción; la hermosa casa que Maribel fue construyendo poco a poco y en la que nos sentamos a beber agua de pipa de una palmera enana en la que los cocos crecen al alcance de la mano; la chagra donde Delio y Maria la O tienen plátano y maní, al lado del río Jaqué. Presenciamos el nacimiento de una camada de tortugas marinas protegidas en el vivero del grupo de conservación de la tortuga marina, liderado por Iver, Carmencita y Floralba.
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Experimentar ese pulso de la vida en un lugar tan remoto como Jaqué y tener la oportunidad de acompañar el cierre de un proceso de 8 años de trabajo colectivo, de un proyecto con un trasegar cuidado y diverso es sin duda algo que vamos a agradecer eternamente a nuestras amigas Yolanda Chois y Michelle Szejner.
Jardines en Balsas fue un proyecto de largo aliento, complejo, que integró desde murales, proyecciones de cine, encuentros, intercambios de semillas, siembra, hasta actividades para la conservación del manglar o recuperación de saberes herbarios. Supo responder a un entramado de motivaciones colectivas que fueron cambiando a lo largo de los años (registro de ello es la línea de tiempo que puedes encontrar aquí: https://www.almanaqueazul.org/jardines-en-balsas/linea-de-tiempo/). La intensa gestión que implica el trabajo comunitario durante tantos años en un lugar como Jaqué, la investigación etnobotánica, la sistematización de saberes y la elaboración de un libro, demuestran no solo la fortaleza del proyecto, el tesón de quienes lo lideraron por años, sino también la calidad de los afectos que lo sostienen y la firme determinación de juntarse con otros como principio de otro mundo posible.
La isla en vela extiende un cálido abrazo de gratitud en Panamá a Floralba Ríos, Delio Alvarado, doña Maria la O, Aida Vergara, Carmensita Perea e Iver Valencia, José Sabugara, Fracisco Valladares, Gina Ciniglio, Jose y su padre, Senaida, Rodrigo Szejner, Maryorie Salas, Mauro Colombo, Beatriz Schmitz, Robin, a todo el personal del museo de arte contemporáneo de Panamá.
Fotografías a Blanco y Negro por Sergio Henao
Fotografías a color por Vani Black
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